Era
una fría y oscura noche. La espesa neblina ocultaba la luz de
la luna brindaba aquella noche. Los pájaros callaron en cuestión de segundos,
cuando el sol se escondió y no volvió a salir nunca más. Todos los viajeros se
repartieron a cada lugar en aquel pueblo; en los moteles, las cavernas, las
casas, todo tipo de lugares. Sabían que era una noche bastante peligrosa para
estar rondando por las calles a esas pocas horas del frío y oscuro día. Todos sabían que cosas raras ocurrían últimamente. Un
grupo de seis viajeros decidieron quedarse toda la medianoche en la Caverna de
Yoguha, pensaban que estarían más seguros ya que había mucha gente acumulada
dentro.
Al entrar, los viajeros sintieron el espeso aire que había; olor a sudor, a jengibre, a vino y alcohol puro. Había un poco de peste a salsa de tomate, sin embargo se sintieron satisfechos. Dentro hacía mucho calor, y allí dentro estarían más calientes sin sufrir el frío de esa noche. En cuestión de minutos, las ventanas se empañaron del sudor del pesado oxígeno, y las personas comenzaron a gritar y a reírse de sus conversaciones grupales. Los viajeros no pudieron sentirse más cómodos aún, y tomaron mucho vino tinto, mezclado con gotitas de jugo de miel y almendras. Se sonrieron entre ellos y comenzaron a hablar con el hombre de la barra que los había atendido mucho antes, con una expresión no tan cómoda como la tenían todos en aquel momento.
—¿Y qué le ocurre a usted?—preguntó uno de los viajeros estirando sus piernas duras por el largo viaje que habían tenido.
—No es nada, querido—contestó el viejo canoso, sonriendo con masivas arrugas por debajo de sus ojos—Sólo es un poco… de preocupación.
—Más que preocupación; miedo, señor—carcajeó otro de los viajeros.
El más inteligente los codeó fuertemente a los dos.
—Perdone, señor. Mis compañeros tuvieron un larguísimo viaje. Estamos exhaustos, y quieren emborracharse un poco. No se dan cuenta de la falta de respeto que le está causando a usted.
—No se preocupe—le volvió a sonreír el viejo canoso al viajero inteligente—Estoy acostumbrado a este tipo de situaciones. Sé cómo se sienten las personas.
—Mis máximas disculpas. Pero, señor, ¿Podría preguntarle algo?
—Ya lo está haciendo.
—¿Cómo?
—Ya me está preguntando algo. ¿Qué es lo que necesita preguntarme?
—Oh. Bueno, la verdad es que disculpe por esto, pero creo que por un lado estoy un tanto de acuerdo con mis compañeros. ¿Por qué se siente tan preocupado en una noche como esta, señor?
—Ya me parecía—carcajeó un tanto preocupado el viejo canoso—Verás. Hoy es el solsticio de invierno. No sé si habrá escuchado de la leyenda de "el hombre de la capa negra", supongo que usted es un viajero que oye todo lo que dicen, y me comentaron que anda rondando muy cerca de por aquí, buscando a quién matar. Muchos dicen que es un asesino; otros dicen que es un héroe justiciero. Nadie lo sabe con seguridad.
—Oh, ¡Por supuesto!—afirmó el viajero inteligente—He escuchado algo sobre él. Y bien, ¿Eso le preocupa? ¿Una tonta leyenda?
—Mi querido—el viejo canoso bajó la voz y articuló cada palabra con los ojos bien abiertos—No se trata de una tonta leyenda. Es verdaderamente real. El hombre de la capa negra pasa por aquí cada solsticio de invierno. Cada año. Cada noche como esta.
—¿De veras?—se sorprendió el viajero inteligente.
Los dos saltaron del susto cuando los otros viajeros rieron fuertemente por un chiste que vociferaron entre ellos. El viajero inteligente se acercó más a la barra, para escuchar la verdad que le iba a contar el señor canoso.
—Verás, en unos minutos tal vez, llegará este hombre, con la capa ocultando todo su cuerpo, incluso su rostro. Nunca logré verlo completamente, además de que estuve más cerca de aquel más que cualquier otra persona. La verdad, es que a veces me parece muy extraño, y me pregunto si de verdad tendrá un rostro; porque jamás se puede alumbrar esa parte de la cara, debajo de la capucha, ni siquiera bajo la luz de las velas, ni siquiera a la luz del día. Sólo se ve su sonrisa borrosa y sus ojos negros brillando en aquella espesa oscuridad.
—¿Usted cree entonces que el hombre de la capa negra no tiene rostro?
—No estoy realmente seguro, pero verás, que vendrá aquí para recoger lo que siempre viene para llevarse.
—¿Y qué es exactamente lo que viene a recoger?
—Se lleva una espada de la caverna, y muchas veces un arco y varios carcajes llenos de flechas de hierro.
—¿Y para qué?—preguntó el viajero inteligente dudosamente.
—Para negociar con nosotros—respondió con miedo y preocupación—El primer día que se apareció aquí mató a dos de mis hombres a sangre fría con su gran arco, y amenazó con matarme a mí y a todos los que conocía. Tiene mucha puntería. Me fío que es capaz de hacerlo.
»Y entonces dijo; —Cada solsticio de invierno pasaré por aquí para recoger una espada y un arco, y me los llevaré sin más. Necesito renovar mis armas, pero si tú no lo haces y no obedeces mis órdenes, te mataré a ti, a todos tus hombres y a todo ser que conozcas en esta tierra. Los quemaré y bailaré en sus cuerpos pudriéndose por el resto de los días.
—¡Pero quién se cree que es!
—¡Shh!—lo calló rápidamente el viejo canoso—No hables de él en voz alta. Escuche. Va a venir, así que, ¿Ve eso de allí?—señaló.
El viajero inteligente asintió.
—Esa espada es para él. El herrero ya lo hizo, tuve que pagar mucho por ese hierro y plata. Y eso de allí—señaló también—Es el arco de madera pulida, con varios carcajes con flechas de hierro y acero.
—¿Tiene que hacer esto todos los solsticios de invierno?
—Claro que sí—afirmó el viejo canoso—Si no lo hago no sólo me matará a mí, a todos ustedes también.
—De acuerdo—asintió el viajero inteligente.
Él comenzó a pensar que el viejo canoso estaba un poco loco. Se quedó en silencio, y trató de olvidarse de aquella historia. No podía pensar en otra cosa más que en ese tal misterio que el viejo canoso le había relatado con mucha seguridad. Sospechaba que era una completa mentira y fantasía.
Hasta
que la puerta se abrió por completo.
Todos quedaron en silencio. La puerta se cerró. Hubo suspiros, gemidos y hasta gritos ahogados entre las manos para mantener el silencio. La copa del viajero inteligente casi se le resbala de las manos. El hombre de la capa negra entró a la caverna silenciosamente, a pasos sigilosos. Ni siquiera sus pasos se escuchaban. Ni siquiera su respiración. Fue directo hacia la barra, junto al viajero inteligente sin mirarlo, y golpeteó sus dedos en la larga mesa de mármol. El viajero inteligente se dio cuenta del gran silencio que había. Realmente pensaba que estaba escuchando los latidos de los corazones de sus compañeros asustados.
El viejo canoso saltó de donde estaba y sacó la espada y la flecha con los carcajes rápidamente. El viajero inteligente se apenó mucho por pensar aquella cosa terrible sobre él; no estaba loco. Decía la verdad.
Sus manos temblaban y los objetos cayeron ruidosamente en la mesa de la barra. El viajero inteligente se asomó un poco, aprovechando para ver su rostro, pero no veía nada. Sus manos parecían muy finas y aterciopeladas como para compararse con manos de hombre o más; utilizadas para matar y asesinar como se decía que el hombre hacía. Todos estaban sumamente quietos, menos él. El viejo canoso se inclinó y le entregó las armas. El hombre de la capa negra se las guardó habilidosa mente, y le entregó las suyas.
El viajero inteligente observó con curiosidad; la espada estaba agrietada, arrugada, y doblada como un pedazo de papel. El arco estaba un poco quebrado también, y el carcaj estaba lleno de flechas rotas y más sin arreglo.
El hombre de la capa negra no habló, se dio la vuelta rápidamente y se acercó a la salida de la caverna sin decir una palabra. El viajero inteligente no quiso que se fuera, se sintió enojado y un poco borracho por lo que ese hombre extraño estaba haciendo. El alcohol le estaba dando un poco de coraje, así que; ¿Se llevaría todo eso sin más? ¡Él si hacía eso lo mataban, o peor, tenía que pagar muchísimo dinero por armas tan privilegiadas como aquellas!
Se bajó de la barra, y accidentalmente, pisó uno de sus talones; sus botas negras y largas de cuero duro. El hombre de la capa negra se detuvo, y se dio la vuelta, enfrentándolo. Todos se encogieron en sus asientos y el viajero inteligente se acobardó.
—No puede llevarse las armas dando miedo, así de la nada—tartamudeó el viajero inteligente, tratando de enfrentarlo—No tiene derecho. Debe pagar como todos nosotros. Es lo justo.
El silencio fue aún peor. Ni una mosca se movía. Todos estaban plenamente asustados, y se veía en sus horrorizados rostros que conocían de aquella persona; oscura, asesina, bastante peligrosa y muy misteriosa. A veces se dudaba de que fuera una persona.
El viajero inteligente ignoró todo lo demás, y se concentró en el hombre de la capa negra. Él se inclinó al viajero, muy pero muy cerca de su rostro. El viajero inteligente sintió su respiración mezclarse con la suya, y casi se cae para atrás. Tenía miedo de que le hiciera daño. Tenía miedo de que en realidad su inexistente boca, saltara y le desgarrara el rostro. Pero no fue así. La luz alumbró una sonrisa; una sonrisa bella, fina y perfecta con finas curvas rodeando blancos y brillantes dientes. Labios rosados como suaves rosas que crecían en su jardín. Era una boca normal. Fina… parecida a…
Y vio unos ojos. Unos ojos hermosísimos. Color anaranjado. Un color a miel anaranjado. Como la mitad de una estación de otoño; un árbol anaranjado apreciando el atardecer de un sol rojizo.
El viajero inteligente se quedó perplejo, observando cómo la sonrisa volvía a desaparecer en la oscuridad, por la puerta, y por la noche de la fría y espesa neblina.
Nadie más habló. Nadie le preguntó qué vio.
Porque el viajero inteligente ya lo sabía, y nadie más. El hombre de la capa negra le había brindado ese secreto para hechizarlo y dejar que sus reclamaciones fueran calladas por su inmensa belleza.
Todos quedaron en silencio. La puerta se cerró. Hubo suspiros, gemidos y hasta gritos ahogados entre las manos para mantener el silencio. La copa del viajero inteligente casi se le resbala de las manos. El hombre de la capa negra entró a la caverna silenciosamente, a pasos sigilosos. Ni siquiera sus pasos se escuchaban. Ni siquiera su respiración. Fue directo hacia la barra, junto al viajero inteligente sin mirarlo, y golpeteó sus dedos en la larga mesa de mármol. El viajero inteligente se dio cuenta del gran silencio que había. Realmente pensaba que estaba escuchando los latidos de los corazones de sus compañeros asustados.
El viejo canoso saltó de donde estaba y sacó la espada y la flecha con los carcajes rápidamente. El viajero inteligente se apenó mucho por pensar aquella cosa terrible sobre él; no estaba loco. Decía la verdad.
Sus manos temblaban y los objetos cayeron ruidosamente en la mesa de la barra. El viajero inteligente se asomó un poco, aprovechando para ver su rostro, pero no veía nada. Sus manos parecían muy finas y aterciopeladas como para compararse con manos de hombre o más; utilizadas para matar y asesinar como se decía que el hombre hacía. Todos estaban sumamente quietos, menos él. El viejo canoso se inclinó y le entregó las armas. El hombre de la capa negra se las guardó habilidosa mente, y le entregó las suyas.
El viajero inteligente observó con curiosidad; la espada estaba agrietada, arrugada, y doblada como un pedazo de papel. El arco estaba un poco quebrado también, y el carcaj estaba lleno de flechas rotas y más sin arreglo.
El hombre de la capa negra no habló, se dio la vuelta rápidamente y se acercó a la salida de la caverna sin decir una palabra. El viajero inteligente no quiso que se fuera, se sintió enojado y un poco borracho por lo que ese hombre extraño estaba haciendo. El alcohol le estaba dando un poco de coraje, así que; ¿Se llevaría todo eso sin más? ¡Él si hacía eso lo mataban, o peor, tenía que pagar muchísimo dinero por armas tan privilegiadas como aquellas!
Se bajó de la barra, y accidentalmente, pisó uno de sus talones; sus botas negras y largas de cuero duro. El hombre de la capa negra se detuvo, y se dio la vuelta, enfrentándolo. Todos se encogieron en sus asientos y el viajero inteligente se acobardó.
—No puede llevarse las armas dando miedo, así de la nada—tartamudeó el viajero inteligente, tratando de enfrentarlo—No tiene derecho. Debe pagar como todos nosotros. Es lo justo.
El silencio fue aún peor. Ni una mosca se movía. Todos estaban plenamente asustados, y se veía en sus horrorizados rostros que conocían de aquella persona; oscura, asesina, bastante peligrosa y muy misteriosa. A veces se dudaba de que fuera una persona.
El viajero inteligente ignoró todo lo demás, y se concentró en el hombre de la capa negra. Él se inclinó al viajero, muy pero muy cerca de su rostro. El viajero inteligente sintió su respiración mezclarse con la suya, y casi se cae para atrás. Tenía miedo de que le hiciera daño. Tenía miedo de que en realidad su inexistente boca, saltara y le desgarrara el rostro. Pero no fue así. La luz alumbró una sonrisa; una sonrisa bella, fina y perfecta con finas curvas rodeando blancos y brillantes dientes. Labios rosados como suaves rosas que crecían en su jardín. Era una boca normal. Fina… parecida a…
Y vio unos ojos. Unos ojos hermosísimos. Color anaranjado. Un color a miel anaranjado. Como la mitad de una estación de otoño; un árbol anaranjado apreciando el atardecer de un sol rojizo.
El viajero inteligente se quedó perplejo, observando cómo la sonrisa volvía a desaparecer en la oscuridad, por la puerta, y por la noche de la fría y espesa neblina.
Nadie más habló. Nadie le preguntó qué vio.
Porque el viajero inteligente ya lo sabía, y nadie más. El hombre de la capa negra le había brindado ese secreto para hechizarlo y dejar que sus reclamaciones fueran calladas por su inmensa belleza.
El hombre de la capa negra no era un hombre. Era una mujer. Una bellísima mujer.
Cuento original.
JAJAJJAAJAJA está buenísimo Agus! de dónde sacaste tanta imaginación!? me encanta. Se puede ver cómo podemos ocultarnos a nosotros mismos a través de la superficialidad, a través de reputaciones y forma de ser. Me gustó muchísimo! Y lo mejor de ser inteligente es que descubrís las cosas antes que los demás, porque no te dejás llevar por los comentarios de los demás ;) yo lo interpreté así. BUENÍSIMO.
ResponderBorrarboba, tenés que usar este cuento para participar de algún concurso ;)
ResponderBorrarEstoy confundida, u-u
ResponderBorrarEl relato me atrapo mucho!!!!, pero el desenlace me dejo con la cabeza revuelta,... eso significa que voy a tener una charla sobre esto mañana XD